La noticia recorrió el mundo durante el día de ayer: el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dio positivo por coronavirus. Más allá de tratarse de una de las personas más conocidas del planeta, la dimensión de la información adquirió relevancia por tratarse de un paciente mayor –tiene 79 años– que está vacunado con las cuatro dosis contra el COVID-19. La Casa blanca salió a informar de inmediato que el mandatario presentaba “síntomas muy leves”.
Si el COVID tiene múltiples y variadas realidades, la evidencia científica indica que Biden paciente presenta al menos dos características: tiene un mayor riesgo de síntomas graves de COVID debido a su edad, pero ese riesgo se mitiga con las vacunas y opciones de tratamiento que son totalmente diferentes a las fases anteriores de la pandemia. El curso de su enfermedad, abre diversos interrogantes que la ciencia sigue analizando sobre el devenir del virus en la población mundial: ¿qué sucede con los adultos mayores vacunados?; aún inmunizados, ¿el COVID avanza con las nuevas subvarientes de Ómicron?
La información dura dice que el Presidente desarrolló fiebre de 37.4 grados el jueves por la noche, pero su médico dijo que la fiebre bajó cuando tomó Tylenol. Todavía, informaron en diversos medios estadounidenses, tiene secreción nasal, fatiga y tos. A su vez, está tomando Paxlovid, una terapia antiviral altamente efectiva que ayuda a mitigar los síntomas. La Casa Blanca dijo que Biden se aislará durante al menos cinco días, pero seguirá desempeñando sus funciones tomando recaudos.
De hecho, el mandatario postergó sin fecha su reunión bilateral con Alberto Fernández en Washington por su contagio de COVID-19.
Biden está, según la evidencia científica en una buena posición para combatir el virus. A diferencia del presidente Donald Trump, quien dio positivo por coronavirus durante su presidencia en octubre de 2020 y tuvo que ir al hospital para recibir tratamiento, el actual presidente tiene el beneficio de las vacunas y un tratamiento antiviral efectivo para ayudarlo a evitar los efectos más severos del virus.
“Estoy bien, haciendo mucho trabajo”, dijo el mandatario en un video publicado el jueves. “Voy a continuar haciéndolo. Y mientras tanto, gracias por su preocupación”, agregó.
Adultos mayores: ¿qué se espera estando completamente vacunados?
El caso de Biden es tal vez uno de los tantos perfiles de pacientes que hay con coronavirus. Es que cada población reacciona de forma distinta frente al virus y el rango etario es una variable que a veces puede ser decisiva, claro está, teniendo en cuenta las vacunas que tenga la persona. En primer lugar los más ancianos y aquellos con situaciones de salud frágil que recibieron una cuarta dosis de la vacuna COVID-19 tienen un menor riesgo de morir prematuramente en comparación con los que solo tomaron tres dosis. Así lo demostró un estudio del Registro Nacional de la Universidad de Umeå publicado en la revista científica The Lancet Regional Health en su edición europea.
El documento mostró que en los dos primeros meses después de la cuarta dosis, tanto las personas mayores de 80 años que vivían en casa como las que lo hacían en sitios de retiro tenían un menor riesgo de morir en comparación con quienes habían solo tres dosis durante el mismo período.
“Sin embargo, después de dos meses, el efecto comenzó a disminuir un poco”, indicó Peter Nordström, profesor y médico jefe del Departamento de Medicina Comunitaria y Rehabilitación de la unidad de geriatría de la Universidad de Umeå y primer autor compartido del estudio.
“Un estudio concluye que una cuarta dosis de vacuna (segundo refuerzo) resultaría eficaz (incluso tras aparición de Ómicron) en mayores de 80 años a la hora de prevenir la mortalidad. El estudio apunta a la importancia del momento de vacunación para maximizar efectos”, sostuvo al respecto de esta investigación Gorka Orive, profesor en la Facultad Farmacia de la Euskal Herriko Unibertsitatea (Universidad del País Vasco).
“Los resultados de nuestro estudio apuntan a buenos efectos de la cuarta dosis incluso entre los más ancianos y frágiles, pero también que el efecto comienza a disminuir ligeramente después de un par de meses. Por lo tanto, probablemente sea importante programar cuándo se administrarán las dosis de recarga a estas personas, por ejemplo, en relación con los brotes del virus, para garantizar que la mayor cantidad posible tenga protección durante un tiempo suficientemente largo”, indicó Marcel Ballin, estudiante de doctorado en geriatría en la universidad de Umeå y también primer autor.
El Ministro de Salud de Israel, Nitzan Horowit, declaró públicamente hace unos meses que la cuarta dosis de vacuna para mayores de 60 años ofrece una protección triple contra enfermedades graves y una protección doble contra infecciones en la ola actual impulsada por la variante Ómicron.
Las cifras son el resultado del análisis inicial realizado por expertos de varias instituciones académicas y de salud líderes, y compara la cuarta vacuna con las que recibieron tres dosis hace al menos cuatro meses. Según se informó, las cifras se basan en 400.000 israelíes que recibieron la cuarta vacuna y 600.000 que recibieron tres dosis, y el ministerio destaca que la metodología es similar a los artículos anteriores que los expertos publicaron en el New England Journal of Medicine revisado por pares.
De hecho son varios los estudios que confirman que con tres dosis los adultos mayores tienen posibilidades de cursar mejor el COVID-19. Sin ir más lejos en la Argentina, se realizó por primera vez un estudio que evaluó cuál era la eficacia de aplicar un esquema primario con dos dosis de la misma marca, y una tercera dosis con inoculantes diferentes desarrollados por otros laboratorios en la población de adultos mayores. Demostraron que una tercera dosis con una vacuna diferente puede aumentar 10 veces la capacidad neutralizante contra Ómicron.
El trabajo fue realizado por investigadores de la Fundación Instituto Leloir (FIL), el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA, que depende de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet, y del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJP-PAMI) de la Argentina.
“Para protegerse contra Ómicron resulta clave que las personas adultas se apliquen la dosis de refuerzo, en el momento indicado. Varios estudios están demostrando de manera contundente que la tercera dosis aumenta de manera muy significativa el nivel de anticuerpos neutralizantes que bloquean a esta nueva variante”, afirmó en una nota con este medio la viróloga molecular Andrea Gamarnik.
Aún super inmunizados, el COVID sigue haciendo su camino
A lo largo de la actual pandemia por COVID-19 que ya lleva dos años y medio, hemos visto como el coronavirus ha mutado en variantes y subvariantes cada vez más contagiosas.
Sin embargo, los expertos infectólogos en todo el mundo señalan que Ómicron sus derivados como BA.2. BA.4, BA.5, BA.12 y ahora BA.2.75 si bien son más contagiosos, producen una enfermedad más leve y no lleva a los pacientes a padecer cuadros graves, con una suba marcada de internaciones y muertes.
Hoy se sabe que Ómicron se multiplica 70 veces más rápido en nariz, garganta y vías aéreas superiores, y se une menos a las células del pulmón, lo que podría explicar los casos más leves hasta ahora, a pesar de que la persona tenga dos o tres dosis de vacunas contra el COVID.
Y si bien la sociedad ha debido lidiar con el coronavirus, todos seguimos aprendiendo de este patógeno y los misterios que aún persisten respecto a su comportamiento. Pero los expertos vienen diciendo desde hace rato que el coronavirus llegó para quedarse y que el patógeno se convertirá en una endemia o parte de la nueva normalidad.
“Las nuevas mutaciones de Ómicron están manteniendo la pandemia y es altamente probable que, en dos años esto esté circulando en forma habitual”, aseguró a este medio Ricardo Teijeiro (MN 58065), infectólogo del Hospital Pirovano. En ese sentido, el experto señaló que es necesario “tener en claro que, si bien estamos en pandemia y hay una gran circulación de este virus con gran contagiosidad, no tenemos una repercusión sanitaria y complicaciones”. Al tiempo que advirtió la importancia de que “la gente tenga un nivel más alto de vacunación”.
En diálogo con Infobae el virólogo Mario Lozano, doctor en Ciencias Bioquímicas y experto en Biología Molecular, había afirmado que “BA.5, junto a BA.4, están produciendo un aumento de casos en prácticamente todos los países europeos, incluso con una alta tasa de vacunación. Y eso ocurre por dos razones: aparentemente tiene una capacidad de contagio un poco mayor que la primera Ómicron, que a su vez era mayor que Delta. La segunda es porque escapa un poco más de la protección que nos dan las vacunas, o sea los anticuerpos”.
Un grupo de científicos de la Universidad de Yale afirmó que el COVID-19 podría ingresar en etapa endémica en dos años. En el trabajo publicado en la revista PNAS Nexus, los expertos de la Universidad de Yale adelantaron que el COVID-19 se tornará en una enfermedad con un comportamiento similar al resfriado común y la gripe. En este aspecto, no hay controversia en el mundo científico. Eventualmente, la pandemia se convertirá en una endemia. Es decir que, todos los años un grupo de personas contraerá la enfermedad y, lamentablemente, algunos fallecerán.
La inmunidad conferida tanto por las vacunas como por la infección está en constante estudio. En esta oportunidad, los científicos de Yale recopilaron datos sobre las tasas de reinfección por coronavirus en ratas. De este modo, pudieron inferir cuál será el comportamiento del COVID-19 y modelar su potencial trayectoria. Caroline Zeiss, autora principal del estudio y profesora de medicina comparativa en la Facultad de Medicina de Yale, destacó que en su análisis evaluaron la denominada “inmunidad esterilizante”. Es decir, la capacidad del organismo de prevenir totalmente la reinfección tras haberla adquirido previamente o al ser inmunizado contra ella.
“Sabemos que inicialmente hay una inmunidad bastante buena, pero que disminuye relativamente rápido. Incluso, si un animal o una persona han sido vacunados o infectados, es probable que vuelvan a ser susceptibles”, afirmó la experta al señalar que el COVID-19 genera, en realidad, la llamada “inmunidad no esterilizante”. Dicho en pocas palabras, es la capacidad de infectarse, en el caso de haber sido vacunados, o reinfectarse en los recuperados. Ante esta situación, las chances de que la pandemia finalice en poco tiempo parece esquivas.
“Las tasas de reinfección mostraron que la exposición natural produjo una combinación de niveles de inmunidad: aquellos expuestos a más virus a través del contacto cercano, tenían una inmunidad más fuerte (y se reinfectaron menos). Mientras que los colocados en una jaula contaminada (expuestos a cantidades más bajas del virus), tenían tasas más altas de reinfección”, señalaron.
Estos datos, según la investigadora, le permitieron determinar que “con la infección natural, algunas personas desarrollarán una mejor inmunidad que otras”, pero que además “las personas también necesitan vacunación, que se ofrece a través de una dosis fija, y genera una inmunidad predecible”. “Tanto con la vacunación como con la exposición natural, la población acumula una amplia inmunidad que empuja al virus hacia la estabilidad endémica”, advirtieron sobre el estudio en un comunicado.
“El virus estará circulando constantemente”, señaló Zeiss y resaltó que será importante enfocarse en “los grupos más vulnerables”. “No podemos asumir que una vez que alcancemos el estado endémico, todos estarán a salvo”, reflexionó. Según indicó, el tiempo estimado predicho por los modelos animales y matemáticos analizados para que la pandemia se convierta en endemia es de cuatro años. Sin embargo, se mostró esperanzada y adelantó: “Creo que estaremos en una estabilidad endémica dentro de uno o dos años”.
Cuáles son las vacunas contra el COVID-19 cuya protección dura tres veces más que otras
Desde que las vacunas contra el COVID-19 se empezaron a aplicar quedó claro que dan protección principalmente contra la enfermedad grave y la muerte. Pero ha surgido la pregunta sobre cuál era la duración de la protección contra el riesgo de contagiarse el coronavirus y cuándo podría ser necesario que las personas recibieran una dosis de refuerzo.
Ahora, el equipo de científicos dirigido por profesores de la Escuela de Salud Pública de Yale y la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte tuvo una respuesta: la fuerte protección tras la vacunación es de corta duración.
El estudio es el primero en cuantificar la probabilidad de un futuro contagio tras la infección natural o la vacunación con las vacunas desarrolladas por las empresas Moderna, Pfizer, Johnson & Johnson u Oxford-AstraZeneca. Los resultados se publicaron en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
El riesgo de contagiarse el coronavirus después de haber recibido la inmunización depende del tipo de vacuna. Según el estudio, las actuales vacunas de ARN mensajero son las que ofrecen la mayor duración de la protección, casi tres veces más que la de la infección natural y las vacunas de Johnson & Johnson y Oxford/AstraZeneca.
Esas vacunas tienen diferencias entre sí. Las vacunas de ARN introducen uno o varios genes del propio coronavirus en las células para provocar una respuesta inmunitaria. En cambio, las otras son vacunas que contienen virus diseñados para portar genes de coronavirus.
Los investigadores resaltaron la importancia de aplicarse la dosis de refuerzo. “Una protección fiable contra la reinfección requiere un refuerzo actualizado con vacunas adaptadas para abordar los cambios del virus que se producen como parte de su evolución natural a lo largo del tiempo”, dijero
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