Ambos querrán competir por las próximas elecciones presidenciales. La carrera y la competencia entre ambos ya comenzó
Las elecciones generales serán dentro de tres años, en 2025, pero la disputa por quién será el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) está muy caliente, con Evo Morales enfrentado al presidente Luis Arce.
Morales querría que Arce le cediera el paso porque, al fin y al cabo, éste es presidente gracias a que él lo designó como candidato desde el exilio, en 2020. Arce había sido ministro de economía del cocalero desde 2006 hasta 2018. Pero el actual presidente tiene la intención de ir a la reelección, para lo que tiene el apoyo de los empleados públicos, aunque todos ellos saben que la crisis económica podría frustrar sus sueños, e incluso los del cocalero.
El gas natural se está agotando, las exportaciones a Argentina y Brasil están disminuyendo y no cubren las facturas de las importaciones de gasolina y diésel, mientras que la baja inflación es solamente producida por el contrabando que llega de los países vecinos. Las reservas del Banco Central, que en 2014 habían llegado a 12.000 millones de dólares, están ahora en 1.178 millones, lo que apenas es suficiente para cubrir importaciones de tres meses.
Incluso la industria del narcotráfico está en problemas debido a la competencia de la coca y la cocaína del Perú, además de la decisión de Morales de alentar una guerra entre cocaleros de Chapare y los de Yungas de La Paz. El precio de la coca, del bulto de 50 kilos, ha bajado de 1.300 a 900 en la moneda local en los últimos meses.
Las cosas están muy difíciles para el país cuando los líderes del MAS han decidido definir quién de ellos será el candidato en 2025, cuando la república de Bolivia cumpla 200 años de existencia. Tienen un problema los candidatos del MAS. Necesitan evitar que sean eliminados los factores del fraude electoral denunciado en 2019 por la OEA, lo que llevó a la anulación de las elecciones, la renuncia de Morales, quien se estaba proclamando ganador, y su fuga a México.
Una misión de jóvenes venezolanos hizo en 2009 un gran aporte al fraude que ahora el MAS quisiera preservar. Un informe de esa época del experto mexicano Fernando Bazua dice a propósito del incremento de votantes registrado por los venezolanos: “Gracias a este espectacular crecimiento del padrón, se alcanzó finalmente la meta del Presidente Morales del 7 de septiembre. De los 2,616,846 empadronados del 9 de septiembre, se pasó a los 5,088,924 del 22 de octubre: 2,472,078 empadronados más. Un crecimiento de 94% ¡en tan sólo 6 semanas!”
Esos votantes que están demás siguen votando en Bolivia. Votaron también en 2020, cuando Arce obtuvo 55% de los votos. Eliminar ese y otros factores del fraude podría marcar el fin del MAS.
De todos modos, Morales dice que aquello fue un “golpe” y ha repetido ahora que no habrá reconciliación nacional hasta que todos los bolivianos reconozcan que eso es lo que ocurrió.
Arce no habla mucho de esos episodios porque, al fin y al cabo, él resultó el más beneficiado de la fuga de Morales al convertirse en presidente en las elecciones de 2020. Eso le repiten los dirigentes de la oposición y la expresidente Jeanine Áñez, que ocupó el cargo ante la renuncia y fuga del cocalero. También lo murmuran los masistas que, en el parlamento, con una mayoría de dos tercios, declararon nulas las elecciones de 2019 y convocaron a las nuevas.
Ahora, Morales y Arce marchan juntos, pero es muy notorio que no se quieren. Sólo uno de ellos podrá ser candidato en 2025.
Pero hay que cuidar las apariencias y los dos rivales decidieron mostrarse juntos. Morales y Arce participaron en una gran marcha popular de respaldo al gobierno en La Paz, con unos 300.000 empleados públicos en las calles. Pasada la marcha y los discursos en que Arce se mostró como único ganador, ante la mirada furibunda de Morales, los dos ni siquiera se despidieron.
CON INFORMACION DE -infobae.com