Decía llamarse María Adela Kuhfeldt Rivera, nacida en Lima de padre alemán. Sus abogados dijeron que había sido bautizada en una capilla de El Callao que no existía en ese entonces. En Nápoles enamoró a varios militares de la alianza occidental para sacarles información. Regresó a Moscú y sigue trabajando para el GRU, la inteligencia militar del Kremlin.
La historia de la espía rusa que se hizo pasar por una diseñadora de joyas peruana para infiltrarse entre el personal de la base de la OTAN y de la Sexta Flota de Estados Unidos en Nápoles, están sacudiendo a las centrales de inteligencia occidentales. La mujer, una atractiva morocha de unos 30 años que decía llamarse María Adela Kuhfeldt Rivera, nacida en Lima de padre alemán, era en realidad Olga Koloba, una espía que desapareció de Italia al día siguiente en que el sitio especializado Bellingcat publicara un informe sobre agentes de Moscú que habían traspasado la frontera por Bielorrusia poco antes de la invasión de las fuerzas rusas a Ucrania. Los detalles ahora se conocen después de una enorme investigación de la que también participaron el diario italiano Repubblica, la revista alemana Der Spiegel y el sitio ruso independiente The Insider.
Todo comenzó con la invención de “María Adela”. El 8 de agosto de 2005, la oficina del Registro Civil del distrito de Independencia en Lima, Perú, recibió una solicitud de inscripción de una nueva ciudadana peruana en la base de datos nacional. La aspirante a ciudadana declaró que se llamaba María Adela Kuhfeldt Rivera, y sus abogados presentaron una partida de nacimiento del registro civil de la ciudad costera de Callao fechada el 1 de septiembre de 1978 con el número secuencial 1109 en el registro de nacimientos de Perú de ese año.
Algo sospechó el funcionario que atendió la solicitud y ordenó una investigación interna. El resultado arrojó que se trataba de una partida falsa. Lo explica la entonces gerenta de Asesoría Jurídica Nelly Zabaleta al Jefe Nacional del Reniec, Eduardo Ruiz Botto:
“En atención al proceso de Calificación del 19 de agosto de 2005, el referido procedimiento es desaprobado, solicitándose a la ciudadana sustentos adicionales, motivo por el cual la administración adjunta Partida de Bautismo de la Parroquia “Cristo Liberador” Nº 248 del Libro Nº 24 a fojas 145 de la parroquia “Cristo Liberador” de la Diócesis del Callo a nombre de María Adela KUHFELDT RIVERA, nacida el 01 de setiembre de 1978 y bautizada el 14 de setiembre del mismo año”.
“3. Que, con fecha 04 de octubre de octubre de 2005, José Enrique HERRERA QUIROGA, párroco de la Parroquia “Cristo Liberador” de la Diócesis del Callao, informe que en esa parroquia sólo se registran los bautizos y matrimonios a partir del año 1987( año de su creación); por lo que la partida en mención no ha sido expedida por dicha parroquia y que la misma no es autentica; así mismo la referida solicitante declara ser hija única, y quien figura como madre no obra como inscrita en el Registro Único de Identificación de Personas Naturales; por lo que se concluye que la ciudadana que dijo llamarse Adela KUHFELDT RIVERA a tratado de inscribirse el Registro Único de Identificación de Personas Naturales, presentando documentos falsificado.”
El informe oficial del gobierno peruano concluyó que la identidad de esta persona era desconocida y remitió el caso como delito contra la seguridad y la fe pública al fiscal de la nación. A pesar de este rechazo, los jefes del GRU, el Directorio Principal del Alto Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia, el servicio de inteligencia militar del Kremlin, decidieron seguir adelante con la farsa y emitieron un pasaporte ruso a nombre de “María Adela”. Según la identidad encubierta que se creó para ella, estudiaba y trabajaba como “especialista principal” en la Universidad Estatal de Moscú mientras vivía en un departamento ubicado muy cerca del campus desde 2010.
Luego se descubrió que el pasaporte nacional ruso expedido a “Maria Adela” formaba parte de una serie que el GRU emitió al mismo tiempo para otros seis espías, incluido un oficial acusado del envenenamiento del fabricante de armas búlgaro, Emilian Gebrev, y otros implicados en el envenenamiento de Sergey Skripal, el ex espía que en ese momento estaba en el exilio en Gran Bretaña. “Basándonos en la proximidad de los números de los pasaportes y en la fecha conocida de emisión de los otros pasaportes, podemos estimar que “María Adela” recibió sus documentos de identidad rusos en noviembre o diciembre de 2006, justo antes de que el Ministerio de Justicia peruano rechazara públicamente su identidad, aunque en una página web poco visitada”, dice la investigación.
Según varias personas con las que “María Adela” entabló amistad en la década siguiente, ella decía que era hija del amor de un padre alemán y una madre peruana, y había nacido en el Callao, Perú. Su madre soltera había viajado con la pequeña “María Adela” a la Unión Soviética en 1980, para asistir a los Juegos Olímpicos de Moscú. Sin embargo, su madre recibió un mensaje de emergencia desde Perú que la obligaba a regresar urgentemente a casa, y dejó a la pequeña al cuidado de una familia soviética de la que, al parecer, se había hecho amiga. Su madre nunca regresó, y “María Adela” creció en Rusia, teniendo una relación difícil tanto con su madre adoptiva como con su padre, que -según contó- abusó de ella en sus años de infancia. Esto último, dijo a personas con las que tenía confianza, fue la razón por la que no quería vivir en Rusia -ni casarse con un hombre ruso- y explicó su deseo de vivir y crear una familia en Europa Occidental.
Entre 2009 y 2011, “María Adela” vivió por largas temporadas en Malta y en Roma. Marcelle D’Argy Smith, ex editora de la edición británica de la revista Cosmopolitan, se hizo amiga de ella tomando unas copas en un bar de La Valeta, Malta, en el verano de 2010. “Maria Adela” vivía allí con su entonces novio, pero en algún momento se trasladó a Ostia, cerca de Roma, para tomar clases de gemología. De acuerdo a D’Argy Smith, en esa época la espía estaba empeñada en obtener un pasaporte alemán por parte de su padre, decía que se sentía tan alemana como peruana. Los primeros registros de viajes internacionales de “Maria Adela” encontrados por Bellingcat son del 10 de octubre de 2011, cuando tomó el primero de muchos viajes en tren de dos días y medio desde Moscú a París vía Bielorrusia. El pasaporte con el que viajó durante este viaje y durante los años siguientes fue emitido en agosto de 2011 y tenía el número 643258050, a pocos números del de “Sergey Fedotov”, uno de los altos cargos de la unidad de operaciones encubiertas 29155 del GRU.
Según D’Argy Smith, tras estudiar la historia de las piedras preciosas, “Maria Adela” viajó al Reino Unido en febrero de 2011 para visitar varias empresas de diseño de moda. En octubre de 2011, “Maria Adela” se trasladó a París para cursar un MBA. Los datos de inmigración italianos obtenidos por La Repubblica muestran que la espía viajó inicialmente con visados franceses de corta duración, obteniendo finalmente un visado de estudiante en septiembre de 2011. Poco después de trasladarse a París, registró su propia marca de joyería en Francia con la marca Serein.
Esa era la tapadera que necesitaba el GRU para desplegar a su espía ilegal como una mujer de negocios autosuficiente y de la alta sociedad. Y es lo que le sirvió para acceder a las más altas esferas del Mando de la Fuerza Conjunta Aliada de la OTAN en Nápoles, Italia. Pero en el medio, fue inventando otras situaciones para distraer y buscar oportunidades por donde hacer contactos. En julio de 2012, “María Adela” se casó con un hombre al que dijo a sus amigos que era italiano. En realidad, todo era bastante más complicado y la historia vuelve a conectarse con Sudamérica. El marido tenía ciudadanía ecuatoriana y rusa, decía que había nacido en Moscú de madre rusa y padre ecuatoriano. Los datos obtenidos por los investigadores de Bellincast muestran que, en abril de 2012, justo antes de su boda, el hombre obtuvo un pasaporte ruso en la Embajada de Rusia en Quito. Una vez registrado el matrimonio en Roma, viajó a Moscú, donde obtuvo un número de identificación fiscal ruso en septiembre de 2012.
Menos de un año más tarde, el matrimonio ya estaba disuelto y el hombre volvió a Rusia donde murió el 13 de julio de 2013, a la edad de 30 años. La causa de la muerte que consta en el certificado de defunción dice que fue por “neumonía doble y Lupus sistémico”. Los datos de los pasos fronterizos muestran que “María Adela” no estaba en Rusia cuando murió su marido. Llegó a Moscú un mes después, el 15 de agosto de 2013. Un amigo suyo que habló con The Insider dijo que se había casado sin decírselo a nadie, y conjeturó que podría haber accedido a un matrimonio de conveniencia para ayudar a alguien a obtener un pasaporte europeo. En realidad pareciera que fue mas bien un caso de espías que hicieron un trabajo para su gobierno y que al finalizarlo, cada uno continuó con otras actividades de espionaje.
“María Adela” hizo su vida de “viuda alegre” en Nápoles donde registró su propia empresa en Italia: Serein SRL, para la producción y comercio de joyas y artículos de lujo. Según se desprende de un permiso de residencia expedido por la policía de Nápoles y obtenido por La Repubblica, para entonces vivía y tenía su negocio en el elegante barrio de Posillipo, con vistas al Golfo de Nápoles, y era una asidua asistente a las fiestas de la alta sociedad napolitana. También fue elegida como secretaria del Club de Leones local. En todas esas actividades tenía contacto con los altos mandos de la OTAN en Nápoles.
La boutique de “Maria Adela” se convirtió en una especia de club de la moda, donde las mujeres acudían a comprar diseños exclusivos de la línea Serein que, según la página web, eran “creadas para la mujer elegante que nunca es excesiva”. Sus clientas eran políticas y empresarias locales, así como las esposas de los militares estadounidenses y europeos de la base naval. A través del Lions Club Napoli Monte Nuovo realizaba con estas mujeres reuniones para fines benéficos. De acuerdo a Repubblica, no se trataba de una rama normal del Club de Leones, la organización que se extiende por todo el mundo y que “busca mejorar las comunidades en las que opera y hacer avanzar la sociedad cívica”. Fue creada inicialmente por un oficial de la OTAN para congregar a los expatriados de Nápoles y tener un lugar donde socializar.
Según el teniente Thorsten S, un oficial alemán de la Bundeswehr que en 2015 fue tesorero del club, “María Adela” ingresó para vigorizar las actividades porque se estaba perdiendo un número importante de socios. Lo hizo por tres años. También inició allí varias relaciones amorosas con altos oficiales y empleados de la OTAN. Durante un tiempo, salió con un fotógrafo militar. En otra oportunidad con un geógrafo investigador belga. También se hizo amiga de una coronel, Shelia Bryant, entonces inspectora general de las fuerzas navales estadounidenses en Europa y África, y que cuando se retiró en 2018 se presentó como candidata al Congreso por el Partido Demócrata. En una entrevista con Bellingcat, Bryant dijo que “María Adela” era “graciosa y amable”, pero que cuando quiso saber más de ella encontró “una historia confusa y poco convincente”. Se preguntaba ¿por qué alguien abandonaría a su hijo en la Unión Soviética? o cómo hacía para abrir una tienda y mudarse con frecuencia a apartamentos en zonas acomodadas de la ciudad sin fuentes de ingresos transparentes. Y agregó que ella y su marido la habían ayudado en algunas circunstancias “en lo que parecían ser problemas emocionales con los hombres”.
Se sabe que tanto la OTAN como la Sexta Flota estadounidense abrieron una investigación interna sobre los alcances del espionaje que podría haber realizado “María Adela”, pero dicen que aún no tienen las conclusiones. Sin embargo, una fuente anónima dijo que la espía habría mantenido relaciones con “decenas de personas” a las que les extrajo “información sensible de alta calidad”. Y agregó que muchos de esos datos fueron importantes para el momento en que Vladimir Putin decidió invadir Ucrania en febrero de este año y la posterior entrega de armas por parte de los países integrantes de la OTAN.
Para entonces, había comenzado una investigación periodística de Bellingcat e Insider que obligaron al GROU a replegar a varios de sus agentes, entre ellos a “María Adela”. Todo se precipitó cuando se publicó la primera nota el 14 de septiembre de 2018, en la que se revelaron las identidades encubiertas de “Ruslan Boshirov” y “Alexander Petrov”, dos espías encubiertos del GRU implicados en el envenenamiento con el veneno Novichok de Sergey y Yulia Skripal en Salisbury, Inglaterra. La investigación había destapado un evidente agujero en la estrategia del espionaje ruso: durante casi una década, la agencia de inteligencia militar había proporcionado a sus espías pasaportes numerados consecutivamente, lo que permitía a los periodistas de investigación que habían adquirido datos comúnmente filtrados en el mercado negro ruso descubrir a otros espías simplemente rastreando esos lotes de números.
Fue cuando el general de división, Andrey Averyanov, comandante de la unidad de operaciones clandestinas 29155 del GRU, lanzó varias órdenes desde los teléfonos encriptados que se usan en la sede del servicio de inteligencia militar de Rusia en Khoroshevskoe Shosse 76 de Moscú. Al día siguiente, el 15 de septiembre de 2018, “María Adela” compró un billete de ida desde Nápoles, a Moscú. Lo hizo con un pasaporte de los rangos de números que Bellingcat había sacado a la luz el día anterior; de hecho, el suyo sólo difería en un dígito de los pasaportes con los que Boshirov y Petrov habían volado a Gran Bretaña sólo seis meses antes.
Siguiendo es hilo de la investigación, los periodistas lograron descifrar la verdadera identidad de “María Adela”. Su nombre es Olga Kolobova, una oficial de inteligencia reclutada y entrenada por los servicios rusos desde su adolescencia. De acuerdo a las investigaciones, jamás estuvo en Perú. Lo último que se sabe de ella es que, para mantener las apariencias, cinco meses después de desaparecer de Nápoles se despidió de sus amigos italianos y de la OTAN a través de una cuenta de Facebook diciendo que se estaba curando de un cáncer en una clínica rusa. Y el 23 de febrero de 2022, el día de los defensores de la patria en Rusia y apenas unas horas antes de la invasión rusa a Ucrania, Olga llamó a un número que le resultó familiar al equipo de investigación. No era otro que el del mismo oficial al mando del Departamento 5 del GRU que había realizado la comunicación para advertirla que la habían descubierto.
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